Conoce Tu Sala

planoA los amantes de la producción de audio nos gusta tener nuestro rincón, nuestro zulo sagrado donde guardar todos nuestros cacharros y encerrarnos a producir nuestras ideas sin molestar ni ser molestados. Y hoy en día te puedes montar un home studio en cualquier habitación estándar. Sólo tienes que hacerte a ella y prever las «trampas» a las que te enfrentas para evitarlas de forma solvente – algunas de ellas con tratamiento específico y otras simplemente conociéndolas y actuando en consecuencia.

La sala perfecta no existe.

Como usuarios de un estudio casero debemos partir de una premisa realista: Nunca podremos mitigar absolutamente todos los “problemas” que presenta nuestra sala, dado que suele ser una habitación o sótano de nuestra casa más que una que hemos diseñado específicamente para grabar y mezclar audio.

Por “problemas” debemos entender aquellos fenómenos físicos que hacen que nuestra escucha se vea afectada por reflexiones que claramente distorsionan nuestro control sónico y, por ello, nuestra precisión a la hora de producir nuestro audio. Pensemos en que nuestros monitores no sólo proyectan el sonido hacia nuestras orejas, sino que lo hacen de forma cónica (agudos y medios) y omnidireccional (graves), rebotando en las paredes a nuestros lados, suelo, techo y paredes frontal y posterior. Esto hace que las ondas que rebotan lleguen más tarde a nuestros oídos que las que salen de los monitores directamente hacia nuestra cara, con el consiguiente problema de “desfase” y de pérdida de precisión.

Todas las habitaciones, especialmente las pequeñas, las que tienen paredes hechas de distintos materiales o aquellas con dimensiones “problemáticas” (aquellas con idénticas altura, anchura y profundidad o aquellas donde estas medidas son múltiplos exactos, por ejemplo) siempre tendrán un punto débil que sólo se compensa conociéndolo y anticipándonos a él (si sé que mi habitación muestra más grave del que realmente emiten mis altavoces – lo sé porque mis mezclas suenan delgadas fuera de mi sistema – podré compensarlo añadiendo grave en la mezcla). Experiencia, preciada amiga.

La clave es el equilibrio.

Cuando decidimos montar nuestro estudio en una habitación concreta, debemos tener en cuenta ciertos parámetros que respeten las leyes básicas de reflexión y refracción. Al fin y al cabo, esto no es más que Física de Ondas. Y, dado que no somos físicos, hagamos uso de la experiencia de los que sí lo son y han compartido sus viviencias con nosotros. Todos ellos coinciden en algo: el equilibrio entre distancias es clave.

Estos expertos en el tema del acondicionamiento de salas para la producción de audio recomiendan partir de una configuración equilibrada para evitar consecuencias innecesarias. Y la primera acción debe ser encontrar el lugar apropiado para colocar nuestra silla, lo que se suele llamar el “sweet spot” o “punto dulce”, ese lugar donde la escucha es más precisa que en cualquier otro punto de la sala.

Anteriormente decíamos que las salas de proporciones cúbicas o aquellas cuya planta es cuadrada suelen ser más que problemáticas y es porque el rebote uniforme de las ondas suele generar la formación de problemas crónicos como la aparición de ondas estacionarias, por lo que, a la hora de montar un estudio casero con la opción de elegir dónde, tenderemos a elegir habitaciones cuya planta sea un rectángulo. Además, cabe destacar que se recomienda una ubicación donde tengamos a nuestros lados las paredes más largas y delante y detrás de nosotros las más cortas, por el bien de nuestra escucha.

Con estas premisas como punto de partida, autores de vasta experiencia en el tema como Mitch Gallagher o Jeff Cooper respaldan este acercamiento y hablan de La regla del 38% (de la longitud de sala): Partiendo de una configuración donde nuestro sistema va a estar orientado hacia una de las paredes “cortas” de nuestra sala de planta rectangular (lo que hará que tengamos más espacio detrás de nosotros que a los lados), debemos medir el largo de la sala y encontrar el punto donde se halla el 38% de ese total. Allí es donde nuestro sillón o “sweet spot” debe residir. Además, éste debería estar a la misma distancia de la pared de la izquierda que de la que hay a la derecha (y lo ideal es que ambas estén hechas o cubiertas del mismo material – la clave es el equilibrio, una vez más).

Colocación de los monitores: el factor decisivo.

Una vez establecida nuestra posición idónea de mezcla – en el lugar donde vamos a recibir la menor cantidad posible de reflexiones y refracciones perjudiciales para la escucha precisa – colocaremos nuestros monitores, cuya posición final va a determinar el resto del proceso de sonorización de la sala. Y vamos a colocarlos mirando directamente hacia nuestra cara (salvo especificaciones del fabricante) y siempre formando un triángulo equilatero con nuestra cabeza. Es decir, vamos a medir la distancia que hay entre el centro de cada uno de los dos monitores y ésa debe ser la distancia desde cada uno de ellos a nuestra cabeza. Así el sonido de ambos monitores va a llegar a nuestros oídos al mismo tiempo. Equilibrio, sí.

Además, deberíamos intentar que la altura de los monitores sea aquella en la que nuestras orejas quedan alineadas con el centro del monitor si lo medimos de abajo a arriba. Así tendremos una escucha compensada de lo que emiten los monitores.

Debemos recordar que sólo hay un “sweet spot” en la sala, y es aquel donde nuestra cabeza forma ese triángulo equilátero y queda ubicada a la altura correcta. Esto significa que, si usamos más de una pareja de monitores, vamos a tener más de un “sweet spot”. Así que a medir y a marcar en el suelo.

Lo esencial ya está hecho.

Llegados a este punto, tenemos silla y monitores en su sitio ideal y ahora debemos encontrar los lugares donde colocar el resto de componentes de nuestro sistema y aquellos lugares donde aplicar el tratamiento acústico necesario para depurar la escucha. Una vez más, estos factores dependerán de las características concretas de nuestra sala y respetarán nuestra filosofía: Equilibrio.

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