Decálogo de Mezcla

Si te preguntas qué diez movimientos de mezcla podrían ser llamados “imprescindibles” por la inmensa mayoría de productores, eso significa que estás avanzando en tu camino.

Vamos a intentar elaborar una lista de diez pasos a chequear en toda mezcla, como una especie de lista de pruebas que todo producto y productor deben superar.

Y, si lo haces, tu sonido mejorará 10 de cada 10 veces. Garantizado.

  1. El Método.
    Cada maestrillo tiene su librillo. Y nosotros debemos diseñar el nuestro. Un método y un entorno sensatos, meditados para nunca saltarnos un paso y donde las herramientas que necesitamos estén ordenadas y listas para usar de forma instantánea. Antes de empezar, todo debe estar listo y así podremos centrarnos en el contenido de la sesión y no en su forma. Además, así podremos volver sobre nuestros pasos y corregir nuestros errores y aprender de ellos. Nada nos hará evolucionar más rápido.

  2. Menos es Más.
    La mezcla en sí es un cúmulo de pequeños movimientos que generan un gran cambio. Intentemos ser sutiles en todo lo que hagamos y sólo exageremos de forma meditada y con un fin concreto. Además, y en especial cuando tratamos el Master Bus de salida que contiene todas nuestras pistas, cambios sutiles (de 1 o 2dB) serán suficientes para retocar sin romper.

  3. La Mezcla Estática.
    Debemos preocuparnos por el primer instinto que nos gobierna cuando escuchamos un tema por primera vez y poner todo en su sitio en volumen y panorámica (y olvidarnos de plug ins de momento). Luego podemos planchar esa copia y tenerla como referencia durante todo el proceso para no perder el camino. Además, la mezcla estática nos servirá para tomar conciencia del tema, de sus virtudes, sus defectos y el camino a seguir a la hora de rematar su producción.

  4. Referencia tu trabajo.
    Sin referencias estamos ciegos. Y sordos. Utiliza siempre referencias de temas producidos en estudios profesionales y que tú sabes que suenan bien en distintos sistemas e intenta que tu mezcla en todo momento se «parezca» a éstas en cuanto a niveles y presencia de grave, agudo, etc… Así te aseguras de estar siempre en una zona “segura” y de que tu mezcla traducirá bien a cualquier sistema de reproducción.

  5. Ecualiza y Comprime en MONO.
    Es uno de los pasos más efectivos y que menos usamos, pero al llevar todo al centro y prescindir de la falsa separación del estéreo, nos enfrentamos a un amasijo de pistas que debemos hacer sonar nítidas cuando se agolpan en el centro. Si lo consigues, al abrir a estéreo te habrás asegurado una separación 100% real. Además, es en mono como debemos chequear la fase, pues cada vez que trabajemos con fuentes grabadas con más de un micro a la vez, debemos chequear la fase de todas las pistas que genere esa grabación, para asegurarnos de que no hay problemas de fase que nos priven de la redondez en graves y del sonido completo de la fuente en cuestión.

  6. Chequea el nivel de cada pista.
    Ya lo hemos visto en el blog, es imprescindible cerciorarse de que el nivel de cada pista está entre -20 y 15dBFS, por aquello de no saturar el master y para que los plug ins funcionen a pleno rendimiento, sobre todo los que emulan cacharros analógicos (como dato, -18dBFS equivalen al 0dB analógico – unity – que es el nivel de entrada para el que fueron diseñados todos esos cacharros que hoy tenemos como plugins en nuestro DAW)

  7. Vigila tus graves.
    La zona de graves es, normalmente, la que menos definida escuchamos en nuestro entorno casero (por motivos físicos de la propia sala donde trabajamos) y, por ello, una de las más problemáticas (y que marca la diferencia entre maqueta y disco). Utilicemos analizadores de espectro, reproducciones en distintos sistemas y nuestras preciadas referencias para mantener los graves en su sitio.

  8. Vigila tus medios y agudos.
    El oído humano rinde de 20Hz a 20000Hz, pero su zona “caliente” es de 1000Hz a 5000Hz y ahí debemos ser muy cuidadosos porque, si nuestra mezcla adolece o rebosa de contenido en esa zona del espectro, tendremos un problema. Si nos quedamos cortos, el oído del oyente notará que falta “calor y naturalidad”. Si nos pasamos, fatigaremos pronto al oyente y no llegará al final del tema. Mucho ojo aquí. El exceso de agudos puede ser un problema apra los reproductores con altavoces pequeños, y la falta de brillo suele afectar a la claridad y definición sonora de tu proyecto.

  9. Descansa y protege tus oídos.
    El oído se fatiga, y mucho. Es bueno parar cada 1 o 2h para descansar la oreja y no perder perspectiva. También es bueno dejar reposar los proyectos durante unos días. Si grabamos un tema, es bueno dejar la mezcla para unos días después, así podremos salir de la fase de grabación y entrar en la de mezcla más “limpios”. En cuanto al daño, es irreversible. Intenta mezclar a bajo volumen (uno en el que puedas mantener una conversación con alguien en la sala) y no te expongas a altos niveles porque puedes dañar tu oído para siempre.

  10. Disfruta.
    Nada de lo anterior tiene sentido si sufres a la hora de mezclar. Es lógico sentir vértigo y hacerse preguntas como “¿seré capaz de hacer sonar todas estas pistas?¿Cómo me he metido en esta?”, pero se trata de disfrutar y de escuchar como oyente, con criterio y objetividad. De hacer caso a las orejas más que a los ojos y de no dejar de sonreir en todo el proceso. ¡Todos llegamos aquí por pasión, no la perdamos nunca!

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¿Hay algún punto que no ves en este decálogo y que tú añadirías? No dejes de hacerlo bajo este post o en nuestro grupo de facebook. 🙂

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